El periodista español del diario ABC, especializado en temas
científicos, Juan Manuel Nieves, publicó esta semana un video que se distingue
por su claridad y por los interesantes datos que aporta en torno a un hallazgo astronómico que arroja luz sobre los increíbles movimientos cósmicos a los que, sin darnos cuenta, estamos sujetos.
La cultura maya ya nos
había revelado en el pasado que el cosmos está en movimiento, la Tierra, el Sistema
Solar y la Galaxia se mueven incesantemente; pero la velocidad de tales procesos cósmicos están implicados con un
suceso extraordinario recién descubierto por astrónomos de la Universidad Hebrea de Israel.
Bugatti Chiron es el auto más veloz del mundo, corre a una velocidad que asombra: 420 km/h., pero es nada si lo comparamos con el movimiento rotatorio
de la Tierra, que es de 1,600 km/h., esto
es, el giro de la Tierra sobre su propio eje es casi 4 veces más rápido que el veloz auto; más rápido incluso que la velocidad del
sonido (1,235 km/h, o 1 Match).
El movimiento de translación, en torno al Sol, es de 100,000 km/h., casi nueve veces la velocidad
del sonido, mientras que el movimiento de nuestro Sistema Solar en torno al centro
de la Vía Láctea se calcula en 850,000
km/h.
Nuestra Vía Láctea forma parte de un conjunto galáctico que se
mueve en dirección a un supercúmulo de galaxias denominado Shapley. La velocidad a
la que se mueve todo nuestro vecinda-rio galáctico es de 2 millones de km/h, es decir, 6.6 veces la velocidad de la luz.
Investigadores de la mencionada universidad acaban de
descubrir que, además de este último movimiento que tenemos enfrente, hay detrás de
nosotros una región de universo de muy
baja densidad (zona de vacío) que nos “empuja” hacia el Supercúmulo de Shapley y contribuye a
alcanzar esa inconcebible velocidad.
La manera en que los astrónomos han dado con este
hallazgo cósmico, es a través de la localización de 8,000 galaxias con sus
movimientos respectivos en un mapa tridimensional, encontrando un patrón en el
que se muestra la mencionada región de vacío. Así, han pasado de los cálculos matemáticos a un modelo tridimensional que aporta evidencias importantes.
Los científicos están seguros de que con la siguiente generación
de telescopios podrán aportar evidencias de la estructura recién descubierta.
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