martes, 31 de octubre de 2017

DICOTOMÍA DE LA CONSCIENCIA


La singularidad humana
Millones de años de evolución están implicados en la más elemental actividad motora de una persona, desde el más leve movimiento de un dedo, hasta la creación de la inteligencia artificial, la exploración espacial y la investigación de la materia; desde un parpadeo, hasta los más profundos estados meditativos.

Ese ser que aparenta una gran fragilidad, puede llegar a acciones extraordinarias, desafiando las leyes de la físicas y la lógica. El sujeto humano es en sí mismo una singularidad, su capacidad de configurar las complejas y diversas expresiones culturales, científicas y religiosas, lo ha arrancado desde hace milenios del mundo natural.

¿Cómo ha llegado la humanidad a ser lo que es? Para bien y para mal, el factor determinante es la conciencia,  aunque nadie sabe por qué, de las innumerables criaturas que habitan el planeta Tierra, al parecer sólo el humano desarrolló, a través de océanos de tiempo, la cualidad de pensar y pensarse. Aquí ofrecemos una explicación, publicada en los inicios de este blog.

La conciencia de estar y la consciencia de ser
El término es uno de los más difíciles de explicar, incluso existen dos formas distintas de escribirla: conciencia y consciencia. El primero significa conocimiento del entorno, del mundo físico; el segundo implica conocimiento de sí mismo, la trascendencia de ser.

Quizá los aspectos preocupantes de la actual condición humana, es decir, la desigualdad, el sometimiento de unos sobre otros y el suicidio ecológico, se explique a un desequilibrio entre la conciencia de estar y la consciencia de ser.
Un sujeto tiene conciencia de aquello que captan sus sentidos, a través de los cuales asume el mundo material, más no la realidad (1). Pero también tiene consciencia de ser, más allá de su identidad y de su entorno; donde habitan la voluntad o el albedrío, la imaginación, la espiritualidad, etc.

La primera, es una conciencia de estar, es campo de los neurólogos, la psicología profunda, la psiquiatría y disciplinas afines que estudian las propiedades dinámicas, funcionales y estructurales de la conciencia; en tanto la segunda, la consciencia de ser, es objeto de reflexión de místicos, teólogos y filósofos.

Distintas habilidades espirituales del budismo zen como el ejercicio del aquí y ahora llevan a cabo la intersección en el que se practican ambas definiciones de consciencia, pues supone un estado mental que centra la atención en el presente; esto implica abrir y enfocar la atención el mayor tiempo posible en la información que ingresa a través de los sentidos, evitando voluntariamente cualquier pensamiento de lo ocurrido (pasado) y de lo que está por ocurrir (futuro).

Integrando la conciencia del estar y la consciencia del ser
Existe una incógnita sobre si la consciencia de estar lleva inevitablemente a la consciencia de ser, y bajo qué condiciones ello se consigue. Eso sería objeto de todo un tratado de filosofía e incluso de las neurociencias.

Lo que sí podemos decir es que ambas entidades habitan la corporalidad humana. Es de suponer que durante los primeros años de vida se tiene una primitiva consciencia de sí; el bebé no distingue entre él y su madre, transcurrido cierto tiempo, alrededor de los dos años, con la aparición del lenguaje empieza a estructurarse en su mente la construcción del YO, en lo sucesivo, gradualmente, se define y condiciona por el entorno, por las interacciones sociales.

Lamentablemente, la cultura no dispone de mecanismos sistematizados que permita cultivar la consciencia del ser. Eso queda supeditada al azar y las circunstancias, de este modo el sujeto entra en un desbalance en el que la conciencia de estar predomina.

Algunos piensan que la religión cumple esa función, pero no es así; el tipo de espiritualidad que se cultiva en los centros o grupos religiosos se centran en el culto a un Dios externo que anula y aliena la experiencia de la mismidad del ser.
Un pensamiento que integra fe y espiritualidad es el panteísmo, que afirma que Dios es la suma de las partes de su Creación (el Todo). Dicho de otro modo, Dios no está afuera, sino que habita dentro del sujeto.

La intersección expresada en la vésica piscis, aclara la idea de la síntesis como unión de contrarios.



La tendencia a unir los contrarios da como resultado, tal como lo propone la dialéctica materialista, una síntesis que subsume la contradicción e integra características o elementos de ambos. La biología es muy clara en este sentido. Las características de un sujeto están determinadas por los genes dominantes de sus progenitores.

Corolario

Evidentemente esta es apenas una breve representación, una idea elemental que se manifiesta de maneras mucho más complejas en la vida cotidiana. Tan sólo hemos querido destacar el hecho de que el desbalance conciencial, si se permite el vocablo, da como resultado el desbalance de un mundo en el que, al parecer, la técnica y el «Yo» predominan sobre espíritu, es decir, donde la 'conciencia' domina a la 'consciencia' se puede encontrar con multitud y variadas definiciones, baste entenderla aquí en los términos explicados para atisbar una arista de la condición humana.

Si quieres hacer algún comentario sobre lo aquí expuesto siéntete en la libertad de expresarlo, si se exponen fundamentos, mejor…








(1) Si por realidad entendemos aquello que constituye el mundo material, debe decirse que las leyes que gobiernen la materia a nivel subatómico están por escribirse, pues nada tienen que ver con las leyes físicas a las que estamos acostumbrados en esta dimensión tridimensional (conservación, electromagnética, gravedad, etc.)